De vuelta

Antes de volver a Úbeda nos paramos a almorzar en un restaurante con mesas en la calle, se estaba estupendamente cuando hacía sol, pero cuando se nublaba se sentía el fresco. Pedimos la cuenta sin querer postre, y el camarero fue muy simpático, pues "nos obligó a pedirlo" nos dijo: ¿pero cómo que os vais sin postre, si no habéis comido casi nada? Pocos camareros tienen tantas ganas de trabajar como este, y la verdad es que llevaba todas las mesas de la calle él solo.



Imagino a Machado andando por estos mismos campos y mirando este mar de olivos que inspiraron su poesía.