La visita a Río fue corta pero intensa, llegamos el 10 de agosto y volvimos el 14, los días de ida y vuelta son días para visitar lo más próximo y así hicimos. Río es una maravilla, tenía ganas de ir desde... desde pequeña, yo soñaba con subir al Cristo, recuerdo una película de Marisol que se rodaba allí mismo y yo quedé más encantada aún.
Cuando llegamos al aeropuerto ya estaba atardeciendo, serían las 5, por el camino hasta el hotel Debret, en Copacabana, (puesto 5) esa luz rojiza y anaranjada que iluminaba la Lagoa Rodrigo de Freitas y al fondo el Cristo... me quedé sin palabras en todo el camino, llevaba la cámara de fotos y no paraba de fotografiar, ese instante está en uno de los recuerdos más bonitos de mi vida.
Cambiamos de habitación, menos mal, pues la que nos dieron no coincidía con la que habíamos pedido, lo primero que hice fue abrir la ventana y encontrarme la espalda de otro edificio, llamamos a recepción y no hubo problema. En esta segunda hice lo mismo, y al abrir la ventana...
me quedé sin palabras, qué maravilla con sólo abrir la ventana. Descansamos un rato y nos fuimos a cenar y a pasear por Copacabana. La música estaba por todos lados, casi en cada chiringuito había música en vivo.
Al día siguiente visitábamos la ciudad con un guía, aunque más que guía parecía humorista, había momentos en los cuales ni sabía si creerme lo que decía. Empezamos la visita por el Cristo Redentor, al llegar allí se me saltaron las lágrimas de emoción, allí se veía una de las mejores panorámicas de la ciudad.
El Cristo tiene 38 m. con el pedestal que mide 8 m. Está situada a 710 sobre el nivel del mar. Se inauguró el 12 de octubre de 1931 y simboliza la independencia de Brasil.
Para subir hasta Él hay que atravesar parte del Parque Nacional de Tijuca, en donde se aprecia la floresta del bosque Atlántico.
Dron vigilando la multitud.
Desde el Monte Corcovado se ve el Maracaná, Copacabana, Ipanema, Leblón, el Jardín Botánico, Parque Lage, la Lagoa Rodrigo de Freitas...
