Agua, agua y más agua

Antes de salir de España ya sabía que había llovido mucho, la casa está en un camino, se puede decir, que rural, yo creía que no iba a haber problemas, pues con un todo terreno no había camino malo que se resistiera. Cuando me recogió e íbamos para la casa ya veía que el camino estaba feo, más feo que lo que me imaginaba y un todoterreno sin ser 4x4 en ese camino ya era poca cosa y en caso de quedarse atascada ¿quién nos iba a echar una mano a altas horas de la madrugada? Ese día y otros que no llovía pudimos pasear por Río Grande y Cassino, pero otros nos quedamos incomunicadas por el mal estado de la carretera. Pasar con el coche en ese estado era machacarlo. Lo bueno de la historia es que ahí aprendí a hacer pan, un pan que salía cada día mejor.





Cuando se podía pasar íbamos a reponer fuerzas a Caxias, un restaurante en Cassino donde ponen la carne, churrasco me refiero, más bueno del mundo. Nunca fui vegetariana pero la única carne que comía ella de pollo, ahora con el olor que ya desprende el churrasco desde tempranas horas (a las 11 ya se prepara, pues allí en Brasil se suele almorzar sobre las 12:30) cualquiera se niega a probarlo, y probarlo invita a seguir aprobándolo, y donde haya un buen churrasco que se quite la carne de pollo. Ahora, la carne de allí no es como la de España, ni mucho menos, allí la vaca come y anda, come y anda. Tristemente en pocos lugares de España, exceptuando el norte, las vacas viven como allí, pero estas son vacas para leche y no para carne, solo dan carne cuando son viejas, y no es lo mismo carne de vaca criada al aire libre sin hormonas ni nada que en una cuadra.
Esto es un espeto de lomo que estaba para no dejar nada en el plato.